La
construcción de una metodología ampliada
The construction of an expanded methodology
Esther Díaz
Doctora en Filosofía.
Directora de la Maestría en Metodología de la Investigación
Científica y del Centro de Investigaciones en Teorías y Prácticas
Científicas, Universidad Nacional de Lanús
(UNLa), Argentina.
www.estherdiaz.com.ar
Aparecido en: SALUD COLECTIVA, Buenos Aires, 6(3):263-274,
Septiembre - Diciembre, 2010
RESUMEN Las posturas
metodológicas actuales suelen plegarse al modelo heredado de la
modernidad. A pesar de los excesos de poder y de algunas
investigaciones multinacionales que chequean sus productos en
cobayos humanos y de otras destinadas al desarrollo de la industria
bélica, la investigación científica sigue teniendo prestigio
explotado, entre otros, por quienes lucran con los productos del
conocimiento. En la presente reflexión se intenta desmantelar
algunos supuestos que conforman la base de los fundamentalismos
metodológicos sin agotar las discusiones procedimentales en la
polaridad cualitativo-cuantitativo o, en el mejor de los casos, en
la triangulación de métodos. Se presentan perspectivas que no
pretenden superar ni negar los procedimientos establecidos sino
analizar alguno de los mecanismos de poder que los sostienen y a los
que el positivismo vigente (y no asumido por nadie) les resulta
funcional. Se plantea la posibilidad de abrirse a derivas
metodológicas y teóricas.
PALABRAS CLAVE
Epistemología; Ética; Historia.
ABSTRACT
Current methodological approaches tend to adhere to the model
imparted by modernity. In spite of excesses of power and
multinational investigations that test products on "human guinea
pigs" or others that are aimed at developing the defense industry,
scientific research continues to have its prestige exploited by,
among others, those who profit from the products of knowledge. The
present reflection attempts to dismantle some assumptions that form
the basis of methodological fundamentalisms without exhausting the
procedural discussions in qualitative-quantitative polarity or, at
best, in method triangulation. The article presents perspectives
that do not endeavor to overcome or negate the established
procedures, but rather to analyze some of the mechanisms of power
that sustain these procedures, and for which operant (and
universally unrecognized) positivism is beneficial. The opportunity
to open new methodological and theoretical paths is explored.
KEY WORDS Epistemology; Ethics; History.
Los debates sobre
instrumentalización de métodos de investigación difícilmente suelen
explicitar los supuestos epistemológicos sobre los que se sustentan.
Sin embargo no existen métodos sin teorías; aunque paradójicamente
cuando no se explicitan los supuestos de los que surgen los métodos
es cuando más fuertemente los sostiene una teoría. Un marco teórico
interiorizado y escatimado termina por imponer cierta metodología
como natural, legítima y única. Se produce así un pragmatismo
metodológico que responde a un exceso y a una ausencia. Exceso de
instrumentalidad y ausencia de explicitación conceptual. Abuso en la
búsqueda de eficiencia técnica y carencia de explicitaciones que
avalen teóricamente los diagramas de investigación. Esta carga de
positividad suele venir acompañada de negación de la incidencia de
elementos subjetivos y sociales en el objeto estudiado. Sin embargo
no existe investigación que no esté atravesada por subjetividades,
deseos y poderes. Y no me refiero únicamente a investigaciones en
ciencias sociales o en disciplinas artísticas o humanísticas, a las
que no ingenuamente se denominadas blandas,
sino también en las patriarcalmente denominadas duras,
es decir las disciplinas formales y naturales.
Así pues cuando se
estudian sistemas axiológicos, procesos epidemiológicos, estructuras
de átomos o tipos de virus, el conocimiento sigue siendo un producto
humano, una conceptualización, una ley, no un espejo de la
naturaleza. Se trata de creencias y convenciones más o menos
funcionales según las épocas y circunstancias que, en algunas
disciplinas, se corroboran con la experiencia (condiciones
materiales consensuadas o experimentos). No hay ciencia pura por un
lado y tecnología espuria por otro. Hay tecnociencia, es decir
creencias y relaciones de fuerza interactuando. Actualmente las
leyes científicas ocupan el volumen histórico que en otros tiempos
ocupaban los mitos. En palabras de
Wittgenstein (a):
Así los modernos confían en las leyes
naturales como en algo inviolable, lo mismo que los antiguos en Dios
y en el destino. Y ambos tienen razón y no la tienen; pero los
antiguos eran aún más claros, en cuanto reconocían un límite
preciso, mientras que el sistema moderno quiere aparentar que todo
está explicado. (1)
Una manera de desmitificar la
investigación es analizar las condiciones que posibilitan la
elección de un objeto de estudio en lugar de cualquier otro posible,
así como el establecimiento de relaciones con el entorno psicosocial
en el que acciona dicho objeto. "Un virus es un virus" respondió una
médica cuando se le preguntó si las condiciones existenciales en las
que se encontraba la persona afectada pudieran haber coadyuvado a
que ese elemento patógeno la atacara, quizás en otras circunstancias
esa contaminación no se hubiera producido. No obstante, la respuesta
"un virus es un virus" –bajo su aparente contundencia tautológica–
está excluyendo la interacción de lo microbiológico con el medio,
como si un virus fuera una mónada encerrada en sí misma. Como si
algo (aunque más no fuera un mínimo agente patógeno) pudiera
expresarse "tal como es" y ser integralmente conocido. Como si la
reducción a la que se lo somete para analizarlo fuera una copia
perfecta de la complejidad de la realidad en la que habitaba antes
de que lo redujeran a dato de laboratorio.
Justamente en el debate sobre diferentes
modos de abordaje de la investigación en general y de la
epidemiología en particular, que se está llevando a cabo a lo largo
de varios números en la presente publicación científica (2-6), se
encuentran declaraciones de especialistas admitiendo que incluso
algo tan "positivo" como un agente patógeno cambia su conducta según
las condiciones de existencia en las que se inserta y desarrolla. En
este debate se expresan posiciones reduccionistas que postulan una
simplificación máxima del objeto de estudio, defienden el abordaje
exclusivamente cuantitativo y exigen un método único y específico
para cada disciplina. Pero también se despliegan posiciones
integradoras que proponen considerar la complejidad de los objetos y
sus relaciones, abogan por abordajes múltiples (cuantitativos,
cualitativos y triangulaciones) y apelan a la pluralidad de métodos
así como a la investigación interdisciplinaria.
Pero no todo es negro o blanco en esta
confrontación. Los matices surgen de ciertas sutilezas y también de
ciertas contundencias conceptuales. Se encuentran elaboraciones
acerca de que los modelos son meras abstracciones formales de
procesos complejos que, al estar en permanente cambio, requieren
continuos replanteamientos, más que fijaciones metodológicas. El
registro integrador despliega argumentaciones acerca del pluralismo
teórico, metodológico y temático. Dentro de esta tendencia se
prefiere hablar de encuentro de saberes antes que de disciplinas
cerradas en sí mismas y, refiriéndose a la salud, hay quienes
concluyen que este objeto de estudio es demasiado complejo como para
soportar o merecer fragmentaciones. En esa postura se intenta dejar
de lado las reducciones analíticas prestando atención más bien a la
multiplicidad de los aspectos en juego. Se critica también el
determinismo genético argumentando que los genes interactúan con el
ambiente. Cabría agregar que así como no existen fenómenos sociales
sin sustento biológico, tampoco existen entes biológicos factibles
de ser estudiados sin interacción con el afuera. Pues aun lo que se
considera puramente biológico pierde esa supuesta pureza tan pronto
como se convierte –mediante investigación– en objeto de cultura. Los
instrumentos inciden no solo en el acto de observar, sino también en
el objeto observado.
La investigación es una intervención
humana (mediada por alguna técnica) sobre la entidad analizada que,
sea cual fuere, nunca es un objeto impoluto aprehendido por un
sujeto neutral. Tampoco es una mera construcción conceptual sin base
empírica, psicológica o simbólica. Se trata más bien de un haz de
relaciones complejas. Es cierto que toda indagación requiere un
recorte –siempre convencional– del universo a estudiar; aunque ese
universo acotado es una mera perspectiva con posibilidades de
resultar eficaz para el desarrollo de la investigación.
Quienes en el debate publicado en
Salud Colectiva (2-6), adhieren a la unicidad
metodológica y la especialización extrema exigen que el objeto de
estudio sea calculable. Quienes divergen con esa postura proponen,
por el contrario, búsqueda de sentidos, abordajes cualitativos,
diálogos interdisciplinarios, inclusión de la complejidad humana y
no humana y, en el caso de las ciencias de la salud, una apertura
hacia la historia y la etología.
Todas las posturas merecen ser tenidas en
cuenta, pero sería deseable que interactúen, no que traten de
anularse unas a las otras. Resulta difícil imaginar cómo se
comunicarían los científicos si no acordaran códigos o si sus
objetos no fueran calculables. Respecto de esto, entiendo que no se
trata de negar la eficiencia instrumental del cálculo implícita, por
ejemplo, en "una epidemiología con números" (7), ni de operar a
favor de una reducción de sentido contrario, tal como lo propondría
"una epidemiología sin números" (8). Se trata más bien de comprender
al objeto en su integridad calculable e interpretable, de no
reducirlo a su mínima expresión formal o empírica, ni arrojarlo a
una cualificación indefinida, sino de operar con la mayor cantidad
de variables y modos de abordajes posibles sin perder de vista que
también esas modalidades dependerán de acuerdos establecidos entre
quienes producen conocimiento, y de ninguna manera responden a
verdades irrefutables.
Ahora bien, mi propia mirada filosófica
sobre este debate se inclina más por las multiplicidades que por los
reduccionismos, pero se niega a "reducirlos" o superarlos. En lugar
de ello propongo una expansión del frente epistemológico y
metodológico, más que una superación o negación de aquellas posturas
simplificadoras con las que, en principio, disiento. Sin embargo,
considero que es más fértil incluirlas ante que excluirlas,
confrontarlas antes que negarlas, aceptarlas como una perspectiva
posible en lugar de pretender que la postura ampliada, a la que
adhiero, es el único camino posible. A veces un atajo simplificador
o cuantitativo es tan necesario como otro complejo y cualitativo. El
tema es soportar la multiplicidad y la diferencia intentando nuevos
procedimientos y, sobre todo, saber que tanto las teorías como los
métodos deben estar sujetos a revisión constante. Si Copérnico y
Galileo, entre otros, no hubieran revisado los principios
aristotélicos, no habría surgido la ciencia moderna; si Einstein no
hubiera sospechado de algunas dimensiones de la física newtoniana,
no habría enunciado la teoría de la relatividad; si Pasteur no
hubiera rechazado el concepto de generación espontánea no habría
logrado técnicas de inmunización. Obviamente que a ninguno de los
nombrados les resultó fácil introducir cambios en la historia de la
ciencia. El sistema científico
coadyuva a la conservación del paradigma establecido y se defiende
de las novedades y de las aperturas a nuevos paradigmas (b). En
teoría se proclama la renovación, pero en la práctica se apuesta a
la perpetuación.
Otro aspecto a considerar es el
pragmatismo imperante en la tecnociencia, en tanto replica el
discurso marketinero de las empresas que comercializan los
resultados de las investigaciones y que, probablemente, han
intervenido en la decisión de las líneas de investigación a seguir.
La astucia del mercado logra que las corrientes de opiniones
epistemológicas y científicas operen, con mayor o menor grado de
conciencia, a favor de los intereses dominantes. Estos intereses se
benefician con el discurso que propone la unicidad del método, el
imperio de la codificación semántica (c), la hegemonía de lo
cuantitativo y la neutralidad ética. La empresa científica es mucho
más funcional si opera con un método unificado, no "pierde tiempo"
en complejizar los análisis, y no tiene en cuenta los costos
sociales y morales que podrían ocasionar los nuevos conocimientos.
No obstante, a pesar de los obvios
errores, fracasos y explotaciones de poblaciones e individuos
llevados adelante por las investigaciones empíricas de grandes
empresas multinacionales –cuyos procedimientos formales son
replicados por la mayoría de los manuales de metodología–, la
tecnociencia sigue teniendo prestigio por ese raro atractivo que
siempre ejercen los discursos que se emiten en nombre de grandes
ideales como la salud, el conocimiento o el rigor procedimental. De
modo tal que la implantación de un supuesto sujeto universal como
garantía de neutralidad cognoscitiva y fundamento de lo real
conforma la base teórica de los fundamentalismos metodológicos. Y
estos son practicados y divulgados por intelectuales, científicos y
docentes en muchos casos con las mejores intenciones.
Mi propuesta es colocarse en otro lugar,
presentar aspectos del quehacer epistemológico y metodológico que no
pretendan síntesis superadoras sino aperturas, que no propongan
reducciones sino expansiones y, sobre todo, que intenten arrojar un
poco de luz sobre aspectos –en general no explicitados– de las
políticas de investigación. En este sentido presento una postura
conceptual que prioriza la historia en lugar de la lógica. Y
cuando me ocupo de la lógica trato de mostrar su genealogía y
encuentro que es contingente e histórica, no forzosa y atemporal. No
pierdo de vista tampoco la subjetividad real del investigador y
propongo analizar las estrategias de las que surgen los objetos de
conocimiento que, en el caso de la salud, involucra también sujetos.
LA
DECONSTRUCCIÓN DEL LENGUAJE COMO PROPEDÉUTICA A LOS MÉTODOS
CIENTÍFICOS
Producir una deconstrucción del lenguaje es
dudar de la creencia a-crítica de que el lenguaje científico
determina verdades, entendiendo
verdad como coincidencia entre las palabras y las cosas. Esta
creencia alienta a las posiciones científicas y epistemológicas
heredadas de la modernidad. La deconstrucción en cambio sospecha
acerca de que el lenguaje refleje lo real. ¿De dónde le provendría
al lenguaje la capacidad de aprehender la realidad?, ¿de la pulsión
inconsciente que lo moviliza?, ¿de su condición simbólica (es decir
no concreta)?, ¿de su componente estético?, pues toda palabra, aun
la científica, es una metáfora para referirse a algo que no es ella.
El lenguaje no tiene posibilidad de replicar la realidad,
simplemente la alude a partir de convenciones. Y, como toda
expresión lingüística es susceptible de ser reducida a sus elementos
constitutivos, el investigador puede analizar la pertinencia de sus
expresiones.
Los métodos necesitan del lenguaje para
configurarse e interpretar los resultados de la investigación. Así
pues se puede constatar que el discurso metodológico también se
construye con tropos. Esto es, con figuras retóricas que refieren a
objetos y a relaciones. ¿No son figuras, es decir representaciones
mentales codificadas, los signos?, ¿acaso no hay una figuración
mental tanto cuando se califica como cuando se cuantifica? Tan
convencional es determinar cualitativamente como hacerlo mediante
signos formales. ¿Qué realidad poseen, más allá de los acuerdos
establecidos, los signos: "2", "A=A", "x", o "@"? ¿Se ha analizado
suficientemente la retórica de los formalismos? En la génesis del
lenguaje operan fuerzas estratégicas y estéticas. Pero esas fuerzas
no son privativas del lenguaje poético o político, sino
transversales a los diferentes regímenes de discursos. Los tropos o
figuras suelen estudiarse como "adornos" del lenguaje, pero ¿son
decorativos o constitutivos?, ¿existe lenguaje que no esté formado
por ellos?, ¿hay algún término que no sea metáfora (o metonimia, o
sinécdoque)? Entre las palabras con sentido, ¿algunas son legítimas
y otras, simulacros?, ¿unas se corresponden con la realidad y otras
son ficciones estéticas? Si las palabras realmente coincidieran con
la realidad existiría un solo idioma y una sola lógica que lo
sustentaría.
Pensemos ahora en un tipo de lógica
particular: la que sostiene el método científico heredado. Su
función es categorizar, objetivar y generalizar. Pero, ¿cómo lo
logra? Deduciendo de una observación lo esencial de las cosas,
totalizando desde una parte, tomando los efectos por las causas,
simplificando lo complejo, abstrayendo, abduciendo. El conocimiento
se funda en inversiones sustitutivas. No existe un lenguaje natural,
pero ninguno está tan sujeto a convenciones como el de la ciencia.
Una de las tareas de la epistemología es
considerar la soberanía de las imágenes lingüísticas en la lógica y
en las disciplinas cognoscitivas. Así como descubrir las reglas
éticas. Por ejemplo, la proposición "dos más dos es igual a cuatro"
(entendida como un hecho reflejado en las palabras) antes que
informativa es performativa, ya que determina una obligación.
Significa "dos más dos debe ser cuatro" (9), se trata de una regla
que nos indica cómo actuar. Las proposiciones matemáticas, como las
leyes científicas, son imperativos transformados en conocimiento, o
considerados conocimiento. Pero el análisis puede arrojar luz sobre
el carácter normativo (ético) de las proposiciones científicas en
general y de las formales en particular. Los enunciados científicos
son producto de conceptos hipostasiados, aunque considerados
existentes por sí mismos a pesar de que emergieron de un impulso
nervioso traducidos en palabras.
Encontrar grietas en el discurso lleva al
quiebre de la ilusión de un lenguaje único y objetivo. Lo cual no
quiere decir que el mundo no se pueda explicar de un modo adecuado.
Por supuesto que se puede coincidir en la explicación de la realidad
y si esa coincidencia obtieneconsenso social, es decir poder, pasa a
formar parte del saber. Y también se pueden contrastar las
proposiciones con la experiencia y pueden coincidir, pero no porque
concuerden realmente, sino porque cumplen con las reglas
establecidas para que una contrastación sea considerada exitosa. Se
coincide obviamente entre los sujetos para acordar las condiciones
que algo debe cumplir si aspira a ser considerado verdadero, pero no
existe coincidencia alguna entre las palabras y las cosas.
El conocimiento obviamente se expresa
mediante el lenguaje. Pero por debajo de la actividad
conscientemente lingüística está la actividad inconsciente del
lenguaje. Demasiado compleja para ser obra de un hombre, pero
demasiado compacta como para ser obra de una masa. Ahí el lenguaje
muestra sus dos grandes sesgos: el subjetivo y el social. Una
crítica del lenguaje habilita una reconsideración de las teorías y
las prácticas científicas. Una deconstrucción de los conceptos
posibilita encontrar detrás de ellos las metáforas que los
originaron. Para Aristóteles la metáfora es posterior al concepto.
Consiste en trasladar un nombre que designa una cosa a otra. En esta
definición se supone que los entes poseen sus propios nombres o que
existen proposiciones verdaderas en sí mismas. Tropezamos aquí con
otro tópico de epistemólogos y científicos: preguntarse qué es la
verdad.
"Un enunciado del que se predica que se
corresponde con un estado de cosas". A esta definición canónica de
verdad se la puede comenzar a deconstruir preguntando qué es una
palabra. Una respuesta aceptable sería: "la copia sonora de una
excitación nerviosa" (10). Esa copia obviamente no "calca" el
estímulo nervioso, ya que existe un proceso fisiológico y
psicológico por el cual conectamos determinados estímulos con una
representación mental. A partir de ellos nuestra sensibilidad
construye una metáfora "transformando" una
excitación nerviosa en la imagen de algo que, siendo exterior a
nosotros mismos, afecta nuestra corporalidad.
Luego le damos un nombre a esa
exterioridad, elaborando así una segunda metáfora,
pues trasladamos esa imagen a un sonido, la convertimos en palabra.
A continuación, de tanto repetir siempre el mismo término para
referirnos a cosas similares, lo convertimos en concepto,construimos
de este modo una tercera metáfora (10).
Los conceptos son la universalización de las palabras, surgen de
afirmar como igual lo no igual; por ejemplo, cada humano es
diferente a otro pero
a todos los generalizamos bajo el mismo concepto: "humano". Ahora
bien, cuando nos referimos a un individuo con el mismo término que a
la especie (en este caso "humano") creamos una cuarta
metáfora: individualizamos el concepto –que es
general– y lo trasladamos a lo singular (denomino "humano" al
individuo). Finalmente si lo nombrado pasa a ser objeto de estudio
de la ciencia y se le otorga rango de veracidad y solidez (en este
caso para definir lo "humano") se accede a una quinta
metáfora, en la que el discurso científico determina
la enunciación del estímulo y le otorga validez cognoscitiva (10).
Este ejército de metáforas media entre el
estímulo y la palabra, ¿dónde quedó la excitación nerviosa? El
conocimiento es un conjunto de metáforas consensuadas. La repetición
desgasta el impacto inicial. El signo se fortalece debilitando el
impulso. La reiteración de las metáforas produce un olvido de la
ficción azarosa y estratégica que utilizamos para nombrar los entes
y sus relaciones (10,11). Deconstruir la herramienta indispensable
del investigador, el lenguaje, forma parte de una propedéutica a los
métodos y puede colaborar a la explicitación de los supuestos y la
flexibilización de los abordajes, dos instancias exigidas por el
rigor cognoscitivo cuando es alentado por el espíritu crítico, pero
descuidadas en la práctica científica cuando se rige por una
obediencia acrítica a los mandatos establecidos.
LOS PROCEDIMIENTOS
DECONSTRUCTIVOS
La deconstrucción de los supuestos
científicos y de los métodos no necesita olvidar la tradición en la
que se inscriben, al contrario, debe tenerla como telón de fondo,
como horizonte de sentido. El análisis de un microorganismo por
ejemplo no puede hacerse elidiendo el consenso científico que lo
determinó como entidad factible de ser estudiada por la ciencia.
Pero al mismo tiempo se debe poner entre paréntesis esa tradición
para pensar nuevos procedimientosde acceso a los problemas y,
fundamentalmente, a la consecución de nuevas soluciones. Muchas
capas de sentido interactúan en cualquier objeto de investigación;
una manera posible de abordarlas es desmontar las propias
indagaciones.
La realidad siempre es un texto con
posibilidades de ser leído. Un virus, una bacteria, una sociedad o
una epidemia cuando son asumidos por la investigación científica se
convierten en textos. Las lecturas se realizan mediante percepción
directa o mediante aparatos. Los informes acerca de las mediciones y
conclusiones se expresan obviamente en lenguaje articulado. El
producto de toda investigación siempre adquiere forma de texto.
Diagnóstico por imágenes, simulaciones digitales, mapas satelitales,
informes estadísticos, ecuaciones matemáticas, protocolos, fórmulas,
conclusiones.
Un investigador que desea ser sólido es
similar a un juez que desea ser justo. En este caso, si un juez
desea ser justo no puede contentarse con aplicar la ley, debe
reinventarla en cada oportunidad. No utilizará la ley como si se
tratara de un libreto inmodificable. Debe tomar decisiones en cada
oportunidad. Y así como la justicia no puede reducirse a un cálculo
de sanciones, castigos o recompensas, la investigación científica no
puede limitarse a medir, calificar y calcular. Los datos, como las
leyes, se construyen y se interpretan. Analizar críticamente el
concepto tradicional de cientificidad es una de las condiciones de
posibilidad para pensar los procedimientos metodológicos a utilizar
en cada caso. No se trata de apropiarse de un método excluyentemente
cualitativo, cuantitativo o triangulado, se trata de producir
métodos que puedan ser repensados (d).
LA ARQUEOLOGÍA Y LA GENEALOGÍA.
ENTRE EL ORDEN Y EL CAOS
Una posibilidad deconstructiva es operar
con métodos arqueológicos y genealógicos. Los procedimientos
arqueológicos indagan sobre las condiciones simbólicas que
posibilitaron el objeto que se está investigando y pesquisan las
reglas de formación de los enunciados científicos. Los métodos
genealógicos, por su parte, analizanlas relaciones de poder que
inciden en las agendas de investigación, y también las que se
establecen entre las entidades estudiadas y los investigadores que
operan con ellas. Como mínimo pero revelador ejemplo, se puede
aludir a la resistencia que las rosas –como especie botánica– le
oponen a los genetistas que quieren producir rosas azules. Y el
hecho de que esos genetistas denominen "rosa azul" a la flor
manipulada y lograda, cuando en realidad esa rosa resultó de un
indefinido color malva (no azul), delata un inquietante manejo de
los enunciados por parte de los expertos.
La genealogía y la arqueología tienen su
origen teórico en el pensamiento nietzscheano. Michel Foucault las
ha instrumentado como métodos científicos y, si bien en un primer
momento se trató de procedimientos útiles para el área de las
humanidades, las ciencias sociales y las ciencias de la salud (e),
posteriormente esos métodos han sido puestos en obra también en
ciencias formales y naturales. Fue justamente Ilya Prigogine (f) uno
de los primeros científicos de prestigio internacional que apeló a
recursos metodológicos foucaultianos. Gran parte de la
fecundidad de estos recursos reside, justamente, en la ductilidad
para asumir una epistemología del orden y del caos.
La arqueología y la genealogía son
métodos pensados para captar los cambios reales, antes que para
esconder una presunta inmutabilidad en la naturaleza, la sociedad o
los modos de construir conocimiento. Pues todo lo real es inestable
y, en función de ello, resulta operativo buscar procedimientos
constituyentes antes que excluyentes. Milenariamente se ha concebido
el orden como contrapuesto al caos. Esto implica establecer que la
realidad está sometida a reglas, medida y razón. Parecería que el
orden se produjera de manera necesaria, forzosa e irreversible como
si la naturaleza lo reclamara. Se olvida por cierto que el orden es
un reclamo cognoscitivo, político y social, antes que una realidad
per se. El pensamiento filosófico
occidental se preocupó por establecer que el caos finalmente devino
orden y el universo se sometió a leyes racionales, se domesticó. La
gran ventaja de forzar el inestable estado de las cosas y someterlo
a supuestas regularidades inalterables es que el mundo se torne
(presuntamente) comprensible, mensurable, previsible. El orden, tal
como se ha decretado desde los dispositivos gnoseológicos,
confesionales y políticos sería la condición de
inteligibilidad de lo existente.
Esta primigenia noción acerca del mundo
es una proyección que se remite al pensamiento antiguo. La noción de
orden cosmológico deriva de la idea de orden social. Los físicos y
los teóricos de la ciencia moderna y contemporánea que subscriben a
la idea de una legalidad universal indiscutible olvidan –o ignoran–
que la terminología utilizada para su comprensión de la naturaleza
es de raigambre jurídica. Actualmente la noción de ley es utilizada
en las más variadas disciplinas. Pero se escamotea su origen
políticosocial. En este sentido resulta paradigmática la actitud del
físico Alan Sokal y su pretensión de que los saberes se encierren en
compartimientos estancos, se hiperespecialicen y atiendan solo a la
historia interna de la ciencia. En la presente propuesta, en cambio,
se apuesta a la interacción entre investigación y responsabilidad
ética, entre especialización y solidaridad, entre historia interna e
historia externa de la ciencia. Dependiendo de la elección, se puede
ser funcional a discriminaciones y sexismos o a la integración entre
expertos y sociedad (g).
Otra ventaja de los métodos
deconstructivos, en este caso de la arqueología y la genealogía, es
la apertura a diferentes marcos teóricos y la posibilidad de
alternar con estrategias de investigación diversas.
ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIÓN I:
ESTRUCTURAS DISIPATIVAS
El primer principio de la termodinámica
postula que la energía total del universo se mantiene constante, no
se crea ni se destruye, se transforma. Pero el segundo principio
estipula que si bien la energía se mantiene constante, está afectada
de entropía. Es decir, tiende a la degradación, a la incomunicación,
al desorden. La enunciación del principio de entropía conmocionó a
una ciencia que tenía como uno de sus principales bastiones la
capacidad de predecir de manera determinista. Y, tan pronto como se
conoció la tendencia de los sistemas cerrados al desorden, se pensó
en la autoaniquilación del universo. No obstante, existen teorías
optimistas, porque el caos no implica necesariamente la destrucción
definitiva del sistema afectado. Del caos puede también surgir el
orden. Prigogine, uno de los más conspicuos estudiosos del caos en
el siglo XX, considera que se pueden esperar nuevos equilibrios
surgidos de situaciones impredecibles y aleatorias que tienden a la
incomunicación. El científico llega a esta conclusión a partir de
sus estudios sobre estructuras disipativas. Se trata de sistemas
altamente
inestables en los que la conducta imprevisible de un elemento del
conjunto puede conducir a una reestructuración armónica. Estos
sistemas de reintegración de fuerzas se producen en áreas estudiadas
por la física, la química, la informática,
la biología y las ciencias sociales.
Entre los ejemplos que brinda Prigogine,
me detengo en uno biológico. Existe una especie de amebas cuyos
individuos únicamente viven en comunidad. Su mundo es acuático y no
resisten la vida aisladas de sus pares. Subsisten sin desplazarse,
son sedentarias. Forman colonias adheridas a una fuente nutricia. Si
en este sistema de vida irrumpe una ocasión violenta externa,
obviamente se produce el caos. La colonia estalla arrojando a sus
integrantes a la diáspora. La mayoría de las veces el proceso de
extensión es irreversible. Pero en otras oportunidades,
imprevisiblemente, una de las amebas comienza a emitir una hormona
que atrae a otras que ya estaban en proceso de extinción. Se
aglutinan y se recomponen formando lo que Prigogine denomina "un
pie". Esta es la única situación en que los animalitos viven de
manera nómada, aunque solo por un tiempo. El amontonamiento se
desplaza buscando una nueva fuente nutricia y, si la encuentra, se
adhiere a ella conformando una nueva colonia. Es decir que del caos
puede surgir el orden, obviamente un nuevo
orden.
El caos es más extremo que la crisis,
pero –al igual que ella– no siempre es sinónimo de destrucción.
Crisis es la inestabilidad de un sistema que sufre un cambio súbito
y por lo general decisivo. Su desenlace es la destrucción o la
reintegración del sistema afectado. Es decir que hablando con rigor,
crisis no es un equivalente absoluto de
caos. Pero ambos conceptos revisten cierta vecindad y
semejanza. En función de ello, en el presente análisis los utilizo
como sinónimos.
Las estructuras disipativas abren
posibilidades de nuevas lecturas sobre diferentes campos de
investigación. Pues en cualquier proceso es factible enfrentar
situaciones que amenazan con ser caóticas. Pero pueden contener
condiciones de posibilidad para un cambio positivo. Obviamente, que
una propuesta de este tipo implica un cambio de perspectiva respecto
de la manera tradicional de pensar la investigación. Pero tal vez
también en esto convendría escuchar a Prigogine, quien asegura que
si revirtió los conceptos clásicos de la ciencia, no fue porque se
lo haya propuesto a priori, sino porque
estudiando el devenir de diferentes procesos, llegó a la conclusión
de que no siempre los procesos irreversibles conducen a un camino
sin salida. El hecho de que no se puedan revertir no necesariamente
implica que se agoten. Pueden surgir nuevas posibilidades.
Antes el conocimiento se acumulaba, ahora
se descarta. Mejor dicho, se aprenden cosas que en poco tiempo dejan
de tener vigencia. Por ejemplo, los programas de computación que
"envejecen" tan pronto como se los comienzan a manejar con cierta
soltura, o los aparatos digitales como teléfonos móviles,
televisores, reproductores audiovisuales u otras maravillas
tecnológicas cuya obsolescencia es marca registrada. Se trata
entonces de estar abiertos a nuevas capacidades e informaciones, más
que a la adquisición definitiva de los conocimientos. El paradigma
del mundo como un gran texto que debe ser leído de manera lineal
–siguiendo una cadena de causas y efectos– se desvanece en favor de
la realidad como hipertexto con varias entradas. Actualmente, el
mundo de los argumentos debe compartir espacios con las imágenes y
la concisa realidad cotidiana con la sugerente realidad virtual.
En un mundo convulsionado por los
cambios, también la exigencia metodológica ha entrado en crisis.
Pero la crisis –como lo deja ver el modelo de las estructuras
disipativas– no necesariamente desemboca en caminos sin salida. Nos
estamos enfrentando con desafíos desconocidos hasta el presente. La
reflexión metodológica no puede, o no debe, prescindir de las
realidades actuales. Nuestro presente ha generado una episteme
polifacética. Los territorios de cada disciplina de estudio ya no
están determinados de manera férrea. Los márgenes epistemológicos de
las distintas ciencias se flexibilizan y sus corpus se hacen más
complejos.
Hemos arribado al fin de las
certidumbres. La naturaleza y el ser humano distan mucho de ser
previsibles. Pero ello no impide construir teorías e instrumentar
prácticas para comprender y modificar. Estamos en el umbral de un
nuevo capítulo de la historia de la investigación. El desafío,
entonces, es pensar, discutir y construir diagramas de investigación
en continuo proceso de cambio. Producir una metodología de lo
previsible y el orden, pero también del devenir y el caos. Esta
referencia a la teoría del caos para abordar problemáticas
investigativas sirve también para pensar uno de los procedimientos
de estas disciplinas, la hermenéutica. Porque el modelo caótico y
eventualmente regenerativo, que orienta este tipo de búsqueda –en
este caso las estructuras disipativas– puede ser utilizado como
regulador de la investigación, para una interpretación posible del
proceso. Se trata de un recurso hermenéutico, en tanto se interpreta
a partir de parámetros legítimos (teorías científicas sólidas)
produciendo una nueva perspectiva teórica y abriendo posibilidades
para una investigación ampliada. Otra manera de expandir –en lugar
de reducir– los proyectos indagativos es considerar el devenir de lo
real como un rizoma.
ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIÓN II:
RIZOMA
La velocidad infinita de las partículas
de nuestro cuerpo y de nuestro mundo nos hace diferentes en cada
punto del devenir temporal en el que estamos embarcados. Cambiamos,
como el río de Heráclito, sin ser los mismos entre la fugacidad
irreversible de dos instantes sucesivos. La mutación no es solo
material: las vertiginosas velocidades del pensamiento son tales que
reclaman un poco de orden. Ambas necesitan buscar algún modo de ser
fijadas. Se aspira a un dique que detenga el caos, que inmovilice la
velocidad, que objetive una porción de realidad concretándola en una
imagen, en un relato, en un escrito, en un informe de investigación.
Un proyecto de investigación es una
complejidad que funciona persiguiendo fines "objetivables", es decir
produciendo recortes en la realidad para lograr una forma que nos
permita delimitar identidades (objetos de estudio) como si fueran
cerradas en sí mismas, si bien forman parte de un agenciamiento que
no se le puede atribuir a un sujeto determinado (aunque esté
dirigida y construida por sujetos con identidad cívica). El objeto
de investigación que se pretende aislado del resto de la realidad se
yergue como una raíz pivotante, que sostendría el gran árbol de lo
real. Esta metáfora es característica del pensamiento occidental que
durante siglos aspiró a fundamentarse en un principio único: Ser,
Dios, método único, ley científica. Aunque también existen
fundamentaciones basadas en principios dicotómicos:
sustancia-accidente, real-aparente, salud-enfermedad,
normal-patológico. Estas características no necesariamente son
excluyentes: un mismo sistema teórico puede sustentarse en metáforas
pivotantes o dicotómicas.
La postulación de un principio originario
o la lógica binaria son propios de pensamientos que hasta para
llegar a dos necesita pensar la unidad. Incluso puede pensar una
tríada dialéctica y pensar cuatro, o cinco, pero siempre
presuponiendo
la unidad. Los sistemas árbol-raíz (principio originario) han sido
un paradigma inserto en el imaginario colectivo occidental. Toda la
multiplicidad tiene que encerrarse en algo único, igual a sí mismo,
principio o fundamento. Esta concepción lineal conlleva en sí el no
"contaminarse" de –y con– la entidad investigada, como si no se
produjeran interacciones, como si existiera autosuficiencia respecto
del afuera, como si ser objeto (o sujeto) de laboratorio no alterara
el sí mismo de los entes, como si toda la diversidad de lo real se
pudiera sostener mediante uno o dos fundamentos.
A diferencia del sistema aislado de la
raíz unitaria o bifurcada, se puede apelar a otra metáfora: el
rizoma, una expansión imprevisible y tentacular que se extiende bajo
la tierra adquiriendo formas imprevisibles, que estalla sobre la
superficie regalando una planta, y otra, y otra (19). Varios metros
pueden separan una mata de sus múltiples vecinas si todas están
conectadas por un mismo rizoma. Bajo la superficie el rizoma de
pronto forma bulbos, de pronto tubérculos.
También se proyecta hacia arriba, hacia
abajo. Si es cortado en alguno de sus tramos, se lanza nuevamente a
la aventura de crecer. Tiene formas diversas y desde su extensión no
lineal ramifica en todos los sentidos hasta sus concreciones
exteriores e interiores.
El diagrama de investigación no lineal
hace mapas de la realidad, que se asemeja a un rizoma en su devenir
caótico, sin dejar por ello de establecer distintos órdenes
imprevisibles, no reversibles, múltiple. Los microorganismos forman
rizoma con los organismos macros. El pensamiento rizomático ofrece
mapas conceptuales de porciones de lo real. Hay caos pero también
hay orden. Existen ciertas marcaciones para pensar el rizoma. Según
los principios de conexión y de heterogeneidad,
cualquier punto del rizoma puede ser conectado con cualquier otro
punto (20). A diferencia del árbol y la raíz que siempre fijan un
orden preestablecido, el rizoma concatena eslabones biológicos,
políticos, económicos, sexuales, urbanísticos, intelectuales,
artísticos, cognoscitivos.
Hay que pensar lo múltiple como
agenciamiento que cambia de naturaleza a medida
que aumenta sus conexiones. En un rizoma continuamente hay
líneas de fuga, pérdida de predicciones,
contingencias, desbordes. Solo existe unidad cuando la multiplicidad
–mediante investigación y acotamiento del universo estudiado– es
capturada por el poder del significante, sobrecodificada,
molarizada. Cuando se niega lo molecular y se aparenta unidad
compacta de un objeto, se codifica en masa ocultando las relaciones
diferenciales (h).
Las palabras son siempre una violencia
que se les hace a las cosas. Encerramos los estados de cosas en la
(a veces férrea) red de los significantes, los apresamos, y luego
pretendemos que las palabras –y no los estados codificados por
ellas– son la realidad. Las leyes científicas son trascendentes
respecto de los fenómenos que pretenden explicar. Una investigación
inmanente, en cambio, requiere ser modulada constantemente. Y, aun
cuando responde mejor a los cambios reales, es continuamente
acechada por la voluntad de unidad de la ciencia tradicional.
Los significantes científicos codifican
lo estudiado, mientras el devenir material captura
códigos. La orquídea, por ejemplo, adquiere forma de
avispa hembra atrayendo a la avispa macho que, al posarse en su
superficie se impregna de polen que esparcirá luego en otras
orquídeas fecundándolas. Parecería que la flor imitó a la avispa,
pero en realidad le capturó el código aumentando su valencia: devino
avispa. Entre el insecto y la planta circulan intensidades. No se
produjo imitación ni semejanza, sino surgimiento de un rizoma a
partir de dos series heterogéneas: la serie de las avispas y la
serie de las orquídeas circulando por un derrotero común.
El dispositivo rizoma no es calco de la
realidad, es un mapa para pensar procesos reales. El calco debe ser
colocado sobre lo calcado para realizarse. Por el contrario el mapa
es una interpretación del territorio estudiado y, a la vez, sirve
para recorrerlo en todos los sentidos posibles. Un mapa tiene
múltiples entradas. La orquídea hace mapa con la avispa y
desencadena un movimiento desterritorializante. La música también es
mapa y rizoma. La partitura se ofrece como mapa dando lugar a las
más disímiles posibilidades de interpretarla. La interpretación no
es copia: aun cuando pretenda serlo, siempre es diferente de lo que
interpreta.
El psicoanálisis dibuja calcos de las
"leyes" del inconsciente y se lo impone a los pacientes. El doctor
Freud se esforzaba para que los sentimientos y las manifestaciones
del pequeño Juan calquen sus preconceptos científicos. Freud
ignoraba sistemáticamente los reclamos y los deseos del niño, lo
forzaba una y otra vez para que "calque" su idea de inconsciente.
Otro tanto hizo con "la joven homosexual". No atendía los reclamos
de la muchacha y la acusaba de rebelde a los mandatos de sus calcos.
Así se bloquea el rizoma, se detiene la circulación del deseo.
Juancito finalmente se avino a los mandatos de las imposiciones de
los calcos. En cambio la joven se desterritorializó de los calcos
edípicos y desarrolló los flujos de su deseo. Encontró una línea de
fuga para desterritorializarse de los calcos de la moral burguesa
expresada en proposiciones científicas.
La lingüística por su parte hace calcos
del lenguaje. No se preocupa por seguir las modulaciones del
pensamiento expresadas en discurso. Pretende atrapar con grillas,
sin mapas. Algo similar ocurre con la semántica cuando a cada signo
le otorga una significación unitaria o con las ciencias en general
cuando limitan los términos a meros tecnicismos o los métodos a un
corpus inamovible. Si el mapa se opone al calco es precisamente
porque está totalmente orientado hacia una experimentación que actúa
sobre él.
El mapa se corresponde con el rizoma,
porque a diferencia de la raíz-calco, no reconstruye algo cerrado
sobre sí mismo, reconstruye escuchando al objeto estudiado,
circulando por los meandros del cambio y la contingencia de la que
no pueden escapar ni el investigador ni el objeto investigado. Hasta
un glaciar en actividad es un rizoma, como lo son el accionar de las
bacterias, el desarrollo de una epidemia o los dispositivos de
prevención, asistencia y cura. Si se parte de este tipo de bagaje
conceptual, se concluye que no existe objeto de estudio –por mínimo
o extenso que sea– que no brinde la posibilidad de abrirse a derivas
heterogéneas teóricas y metodológicas.
NOTAS FINALES
a. La frase pone en tela de juicio el
supuesto positivismo de Wittgenstein (1).
b. Utilizo el concepto de paradigma tal
como lo establece Kuhn, quien al referirse a la ciencia normal
indica su carencia de innovación y su apego a repetir los esquemas
que tienen más fuerzas, es decir los que dominan (7). Otra
perspectiva para comprender el manejo de códigos universales o
paradigmas que, a la vez que normativizan al conocimiento científico
lo ponen a salvo de los cambios, es el concepto de cinturón
protector de las teorías elaborado por Lakatos (8).
c. Un caso de reducción semántica se
observa, por ejemplo, en las normas para la presentación de trabajos
en revistas científicas (en este caso de ciencias de la salud).
Dichas notas indican que para la elección de las palabras clave de
un paper hay que guiarse por nomencladores internacionales, por
descriptores en ciencias de la salud (DeCS) que habilitan un número
acotado de expresiones posibles. En el caso del presente artículo
las palabras elegidas en un primer momento pretendían ampliar el
título del trabajo, ya que esa debería ser la función de las
palabras clave. Pero ningunas de las palabras que consideré
pertinentes fueron aceptadas por los descriptores. Este régimen
impuesto por el corpus fija pautas
lingüísticas aceptadas a priori, lo cual
debe ser eficaz para el manejo de tecnicismo pero dificulta las
posibilidades de innovación.
d. El concepto "deconstrucción" ha sido
creado por Derrida que, en algunos casos, ha sido bastardeado por
quienes quisieron fagocitar la deconstrucción proponiéndola como
método único, lo cual es contradictorio con la actitud movilizante,
múltiple, creativa y de renovación constante de su mentor (12).
e. Foucault no solamente desarrolló
teorías sobre estos métodos, también los puso en práctica para el
estudio de dispositivos de sexualidad, de salud, de educación y
hospicios en general (13-16).
f. La ventaja de la innovación aportada
por Prigogine es su maleabilidad para poder ser instrumentada en
diferentes disciplinas (17).
g. El tema de la discriminación social y
el sexismo subyacentes en los experimentos científicos modernos es
objeto de estudio privilegiado en los estudios culturales de la
ciencia (18).
h. Deleuze y Guattari se refieren a la
unificación cosificante, a la codificación por parte de los aparatos
de poder, como "molarización". Por el contrario, el dispositivo
capaz de permitir derivas mediante líneas de fuga, se
"moleculariza". Lo
molar implica territorialización, sometimiento; en cambio, lo
molecular es liberador en tanto está al servicio de la
desterritorialización (19,20) de los códigos impuestos por el poder
científico, político o del mercado, entre otros.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Wittgenstein L. Tractatus
logico-philosophicus. Madrid: Alianza: 1988. fragmento 3.672.
2. Diez Roux AV. En defensa de una
epidemiología con números. [Editorial]. Salud Colectiva.
2007;3(2):117-119.
3. Almeida-Filho N. Por una epidemiología
con (más que) números: cómo superar la falsa oposición
cuantitativo-cualitativo. [Editorial]. Salud Colectiva.
2007;3(3):229-233.
4. Minayo MCS. Interdisciplinariedad y
pensamiento complejo en el área de la salud. [Editorial]. Salud
Colectiva. 2008;4(1):5-8.
5. Belmartino S. Contribuciones al debate
metodológico en salud. [Editorial]. Salud Colectiva.
2008;4(2):125-131.
6. Armus D. ¿Qué historia de la salud y
la enfermedad? [Editorial]. Salud Colectiva. 2010;6(1):5-10.
7. Kuhn T. La estructura de las
revoluciones científicas. Buenos Aires: Orbis; 1985.
8. Lakatos I. La metodología de los
programas de investigación. Madrid: Alianza; 1983.
9. Wittgenstein L. Observaciones a los
fundamentos de las matemáticas. Madrid: Alianza; 1986.
10. Nietzsche F. Sobre verdad y mentira
en sentido extramoral. Discurso y Realidad. 1987;II(2):69-83.
11. Santiago Guervós LE. El poder de la
palabra: Nietzsche y la retórica. Escritos sobre retórica. Madrid:
Trotta; 2000.
12. Derrida J, Caputo JD. La
deconstrucción en una cáscara de nuez. Buenos Aires: Prometeo; 2009.
13. Foucault M. Historia de la locura.
México: Siglo Veintiuno; 1977.
14. Foucault M. Arqueología del saber.
México: Siglo Veintiuno; 1970.
15. Foucault M. Nacimiento de la clínica.
Una arqueología de la mirada médica. México: Siglo Veintiuno; 1966.
16. Foucault M. Vigilar y castigar.
México: Siglo Veintiuno; 1979.
17. Prigogine I, Stengers I. La nueva
alianza. Metamorfosis de la ciencia. Madrid: Alianza; 1983.
18. Díaz E. Las grietas del control.
Vida, vigilancia y caos. Buenos Aires: Biblos; 2010.
19. Deleuze G, Guattari F. El Anti-Edipo.
Barcelona: Paidós; 1985.
20. Deleuze G, Guattari F. Mil mesetas.
Valencia: Pre-Textos; 1994.
FORMA DE CITAR
Díaz E. La construcción de una
metodología ampliada. Salud Colectiva. 2010;6(3):263-274.
Recibido el 20 de septiembre de 2010
Aprobado el 28 de octubre
de 2010
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