ECONOMIA,
PUNICION Y SUJETO
ESTHER DIAZ
En
Perspectivas Nietzscheanas,
año III, nº: 3, septiembre de 1994, Buenos Aires, pp. 35-42.

Lo más honesto habría sido, quizá citar apenas un nombre,
el de Nietzsche, puesto que lo que aquí digo sólo tiene sentido si se
lo relaciona con sus obra que, en mi opinión, es el mejor, más eficaz
y actual de los modelos que tenemos a mano para llevar a cabo las
investigaciones que propongo.
M.. Foucault , La verdad y las formas jurídicas
a)Las genealogías
Foucault
realizó una lectura sistemática de
Nietzsche entre los años 1964 y
1968. La impronta nietzscheana se encuentra, fundamentalmente, en el
segundo momento teórico de Foucault, cuando se ocupa de la problemática
del poder. No obstante, los momentos foucaultianos que precedieron o
prosiguieron a la tematización específica del poder -la arqueología y
la ética- revisten también signos nietzscheanos. Foucault organiza sus
investigaciones asumiendo la crítica de Nietzsche a la concepción
tradicional de la historia; también tiene en cuenta esa crítica para
disponer sus propios métodos de trabajo (genealógicos), y para elegir
temas de reflexión (conocimiento, verdad, moral, poder, castigo,
cuerpo).
Foucault denomina "genealogía" a su analítica del
poder (segundo momento teórico). El período que antece al estudio del
poder es una genealogía de la verdad, en tanto se constituye como una búsqueda
histórica a partir de positividades actuales, Foucault lo define
"arqueología". Por último, el momento posterior al poder,
esto es, la étapa ética, es clasificado por el mismo Foucault como
"genealogía del hombre de deseo"[i],
se trata de una búsqueda histórica a partir de la sexualidad moderna.
Es importante destacar que en todas las indagaciones históricas de
Foucault, como en las reflexiones de Nietzsche, los análisis diagraman
campos de fuerzas estratégicos que interactúan produciendo efectos de
verdad.
Nietzsche, al impugnar el concepto tradicional de historia,
invirtió la visión platónica del devenir humano. Su pensamiento, del
que se destierra la reminiscencia, rechaza asimismo un origen fundante,
que se revelaría al influjo de una mera reflexión especulativa sobre
la verdad. No existen entonces estructuras
subyacentes ni leyes transmundanas que encaucen una continuidad
progresiva. Además, no se puede dar cuenta de la diferencia desde
una supuesta identidad abarcadora. El conocimiento no es axiológicamente
neutro, la verdad no es atemporal. Las proposiciones del saber, claras y
distintas, surgen de relaciones de poder, oscuras e imprecisas.
Nietzsche, en el prólogo de La Genealogía de la Moral,
se pregunta quiénes somos los seres humanos, más adelante agrega que
"somos los que conocemos" [ii]Pero
la respuesta cabal habrá que
buscarla desde la moral, mejor dicho, desde la genalogía de la
moral. La moral -el "a priori" de Nietzsche [iii]-
es el a priori del ser
que conoce . He aquí una sorprendente y velada alusión kantiana
matizada con ironia socrática: un
a priori del sujeto de conocimiento, cuyo trascendental no es
formal, sino histórico.
Esta relación entre conocimiento y moral, entre verdad y ética,
atraviesa también la obra de Foucault; quien al final de su etapa
arqueológica, después de haber analizado las condiciones de
posibilidad de los discursos considerados verdaderos, dice que dichos
discursos, así como las objetividades con las que interactúan,
encuentran su solidez en
el entramado de los valores de una cultura
antes que en un fundamento de tipo epistemológico. La solidez
epistemológica
incide en la construcción del conocimiento científico, y en su
validación, pero no lo determina. En este temprano momento de su obra,
Foucault concluye que habría que dirigir el curso de la investigación
hacia la ética.[iv].
Foucault, a través de su obra, trata de buscar, en primer lugar,
las reglas de formación históricas de aquellas
proposiciones que se consideran (o que se han considerado)
verdaderas, instaura así la más kantiana de sus preguntas: ¿cómo nos
constituimos en sujetos de conocimiento?. Luego se enfrenta a los
diagramas estratégicos con los que interactúan los discursos, aparece
entonces el más nietzscheano de sus planteos: ¿cómo nos constituimos
en sujetos de poder? Finalmente, asume la más filosófica de sus búsquedas,
porque rastreando las relaciones éticas entre saber y libertad, se
pregunta cómo hacer una obra de arte de la propia vida.
b) La subjetividad
El alma, para Nietzsche, es una interiorización de todo aquello
que, en el hombre, debería ser exteriorizado. "Todos los
institintos que no se desahogan hacia afuera, se vuelven hacia
adentro -esto es lo yo llamo una interiorización del hombre:
únicamente con esto se desarrolla en él lo que más tarde se
denomina 'el alma'".[v]
He aquí la condición de posibilidad teórica de la concepción
foucaultiana de subjetividad. Concepción a la que Deleuze denomina
"el pliegue del pensamiento". Según Deleuze, para Foucault,
el sujeto es un pliegue de la exterioridad. El pensamiento no encuentra
en sí mismo nada con qué alimentarse; a no ser ese afuera del que
procede y en el cual recide justamente lo impensado. El pensamiento,
desarraigado de lo otro, no puede pensar nada. La moral, entonces, no
surge desde una supuesta interiorioridad no contaminada con lo exterior.
De este modo, el afuera, lo más lejano , es -paradójicamente- lo que
conforma el adentro, lo más cercano. El pensamiento se afecta a sí
mismo al descubrir el afuera como su propio impensado. Cuando
lo lejano es lo más próximo, se constituye el espacio del
adentro. Espacio que permanece presente en el afuera y que dibuja
la línea del pliegue, interiorizándose. Pensar es
plegar, es bosquejar en el adentro los rasgos del afuera; es ondular la
superficie de la realidad; es plizar lo exterior en lo interior;
es condensar el tiempo pasado y liberar el porvenir; es, además,
establecer el presente.[vi]
Cuando Nietzsche descorre el velo histórico del acaecer de la
mala conciencia, considera que ésta no fue gradual ni voluntaria, sino
que, más bien, surgió del desgarro, del salto, de la ruptura. Esta
noción puede hacerse extensiva a cada una de las construcciones
humanas. Se podría objetar que Nietzsche, el enemigo de los
universales, generaliza. Sin embargo, no se trata de generalizar, sino
de establecer la sospecha respecto de las "verdades"
instituidas, y de someterlas a la prueba del comienzo" ¿Quién lo
dijo?"
El acontecimiento actual no es producto de un crecimiento orgánico
en el interior del hombre, o de un progreso de la razón, o de una
necesidad histórica. En el acaecer del acontecimiento hay disgregación,
corte, azar, coacción. En algunos casos, hay
cambios sin lucha ni resentimiento, sin dolor, incluso sin
olvidos. En otros, se impone la violencia del fuerte, del fecundo
en instinto, del poderoso. Tales avasallamientos posibilitaron el
Estado, y no un inocente contrato en el que los hombres se hubieran
puesto de acuerdo. Porque pensándolo bien, ¿en qué podrían acordar
los hombres?, ¿en no agredirse, en respetarse, en considerarse? Los que
saben mandar superan ampliamente estas debilidades. Son artistas
involuntarios creando formas instintivas, concertando dominios sin
culpa. Además, son demasiados convincentes como para ser odiados o ,
mejor aun, como para que el odio ni siquiera los salpique. Las
relaciones que establecen estos hombres desatan fuerzas constitutivas de
subjetividades, de valores. La crueldad de estas fuerzas es la crueldad
del artista; una crueldad que es placer. El placer de dar forma, incluso
de darse forma a sí mismo como a una materia dura y resistente. De esa
violentación surge la voluntad, la crítica, la contradicción, el
desprecio, y surge asimismo la posibilidad de la belleza, ya que ésta sólo
puede surgir de la contradicción. Así se construyeron los valores.
Hasta el placer del abnegado, según Nietzsche, reposa en la crueldad.
Pues
unicamente el placer del propio maltrato puede generar el valor
del no-egoismo o, dicho de otra manera, el altruismo como valor
positivo.
Esta concepción nietzscheana reaparece en los dispositivos de
Foucault; los cuales se diagraman según fuerzas que se imprimen a
la materia. En la interacción de esas fuerzas activas y
reactivas, se producen formaciones: locura, clínica, ciencias sociales,
ilegalismos, sexualidad, ascesis. En Nietzsche, la deuda con los
antepasados genera una mala conciencia que es capaz de convertir al
presunto acreedor en dios. "¡ Tal vez está aquí incluso el
origen de los dioses, es decir, un origen por temor!"[vii]
La noción de mala conciencia ingresa así en el terreno de la
moralización. La deuda con el antepasado genera culpa al haber
procreado la idea del deber (lo que debo). Hay una inversión de
nociones y una interiorización. En ese hueco nace la moral. En
Foucault, la inversión del afuera constituye el adentro, el
sujeto es un cuágulo del exterior. En la exterioridad, en las prácticas
sociales, se conforman las objetividades. Ellas interactúan con
dispositivos discursivos, con reglas de formación, con palabras.
Palabras y cosas nos penetran , nos pliegan, nos subjetivan. Si en el
afuera se crea la forma "loco", en el adentro, seré loco o
sabré diferenciar por qué no lo soy.
Si en la sociedad se instaura la vigilancia, me amoldaré a ella
o la resistiré . Si el poder produce sexualidad, la gozaré o la
padeceré. Pero no soy loco, ni libre, ni sexual desde un interior que
precediera al afuera, sino desde el exterior que se pliega, constituyéndome.
Me pliego a mi época y soy un pliegue de la misma, estoy sujetado, lo
cual no necesariamente significa que estoy enajenado. El ser libre que
soy me permite relacionarme con mi interior mientras me relaciono con el
exterior. Existo desde la interiorización de las prácticas y los
discursos de mi época pero interactuando con ellos desde una
subjetividad que es obra y obrero al mismo tiempo. Soy un ser ético, es
decir, puedo establecer relaciones conmigo mismo.
c)La relación con el afuera
El análisis foucaultiano del ejercicio del poder permite pensar
dicho ejercicio como un juego de fuerzas encontradas. Los campos de
fuerzas establecen diagramas. En ellos, los modos económicos de
producción
interactúan con los sistemas punitivos. Las relaciones entre
economía y coacciones suelen pensarse desde la polaridad
"causa-efecto". En ese sentido, se considera, por ejemplo, que
el modo de producción esclavista desencadenó la apropiación de las
personas, que el feudalismo despótico estableció el sistema de castigo
corporal , que el modo de producción mercantil instituyó los trabajos
forzados, y que el modo de producción capitalista impuso el sistema
disciplinario.
Foucault acepta las relaciones entre modos de producción y
sistemas punitivos. Pero niega que estos últimos sean simples efectos
de los primeros. La reorganización del poder punitivo es condición
previa a la puesta en funcionamiento de un nuevo modo de producción. El
nuevo modo de producción instrumenta y refuerza, para su propio
benefio, las prácticas correctivas que ya circulaban en la sociedad.
Quienes se encuentran en las tramas más densas de la red del poder se
proponen objetivos estratégicos. El dispositivo de poder comienza a
operar y no siempre logra los objetivos propuestos. No obstante, si el
dispositivo es productivo, persiste. Para persistir ha de ser fecundo
en, por lo menos, dos sentidos diferentes: como
beneficio económico y como movilizador de placer. En este último
sentido, se dice que el poder produce sexualidad, o individualidad, o
deseo, no sólo en la densidad de la red del poder, sino también en sus
zonas más laxas. Es decir, no sólo para quienes se supone que
"manejan" el poder, sino también para
quienes se supone que lo "sufren". En esta concepción
teórica, unos y otros circulan por el entramado del poder, aunque no
todos lo hacen de la misma manera.
Existe una especie de astucia del dispositivo de poder que
engendra un plus respecto de las finalidades propuestas de manera
consciente.El dispositivo es un proceso sin sujeto. Mejor dicho, se
escapa de los sujetos, sus efectos se emancipan de las
acciones racionales con respecto a fines. Aunque los sujetos,
independientemente del lugar que ocupen en la sociedad, ayudan a
mantener las estrategias. Un sacerdote puede creer auténticamente que
está
favoreciendo al adolescente cuando le dice que es pecado
masturbarse. Una periodista de modas cree realmente que "la mujer
moderna" debe usar un maquillaje distinto para cada momento del día.
Ambos, sin saberlo, refuerzan el dispositivo de control, en un caso, y
el de consumo, en otro. Se favorece, así, el desarrollo y el
mantenimiento de las relaciones de fuerzas vigentes. La punición
-moral, en el primer ejemplo ("si no acatas,pecarás"), estética,
en el segundo ("si no acatas, no estarás a la moda")- precede
a los modos económicos de aprovechamiento. Lo punitivo es prioritario
en el orden "lógico" de instauración del dispositivo, aunque
no siempre aparece así en su desarrollo temporal posterior. Producción
económica y sistemas de castigo interactúan. En nuestro ejemplo
simplificador, sería: el que obedece los mandatos morales ha de ser
eficiente también en sus tareas económicas, la que obedece los
consejos cosmetológicos seguramente consumirá más; pero son
asimismo obedientes, en tanto eficiente (económicamente) o
consumista.
Una vez que el dispositivo está en marcha, sus componentes se
realimentan y se reconstruyen. Foucault, en Vigilar
y castigar, afirma que en el sistema capitalista, la apropiación
política de los cuerpos es anterior a la utilización económica de los
mismos. La constitución del cuerpo como fuerza de trabajo sólo es
posible si ese cuerpo ya está atrapado en un sistema de sujeción, si
está operando sobre él una verdadera anatomía política. Esto lo
convierte en instrumento predecible y manejable con fines
económicos.[viii]
La sociedad panóptico-disciplinaria moderna es una de las
condiciones de posibilidad del aprovechamiento económico del cuerpo
domesticado efectuado por el capitalismo. Foucault considera -al menos
en la primera etapa de su obra- que no se pueden analizar las prácticas
en las que persistimos , porque estar inmersos en ella nos impide
visualizarlas. Pero se pueden desentrañar, en cambio, las formaciones
de las que surgen y en las que se sostienen nuestras prácticas y
discursos actuales, es decir, aquellas que se encuentran -o se
encontraban- en los límites de nuestra propia época. Por consiguiente,
Foucault, en un intento teórico de dar cuenta del
a priori histórico de nuestra época, estudia el acaecer de
la sociedad disciplinaria y su puesta a punto en el capitalismo liberal.
A partir de su análisis se produce la inversión interpretativa
mencionada anteriormente: no son las fuerzas económicas las que originan las formas de punición,
sino las formas de punición las que contienen a las fuerzas económicas.
Los sistemas de castigo practicados, reglamentados, y aceptados en una
sociedad, son reformulados para su aprovechamiento económico.
Ahora bien, el capitalismo liberal ya no se encuentra en el
umbral de nuestras prácticas sociales. Si bien aún persistimos en el
llamado capitalismo tardío, o pos-industrial, un hiato formado por la
expansión imperialista del capitalismo nos separa
del fenómeno económico-político decimonónico estudiado por
Marx. Con la distancia temporal y los instrumentos teóricos aportados
por Foucault, podemos pensar el accionar de lo que él denominó
"sociedad disciplinaria", recordando que Foucault concidera
que, por un lado, el análisis histórico debe ser rampa de lanzamiento
para pensar filosóficamente -tal como lo pensaba
Nietzsche- y, por otro , que la filosofía debe ser pensamiento
del presente - tal como lo pensaba Kant. Si esto es así, se impone un
nuevo análisis. Porque el modo de producción actual , aunque se siga
llamando "capitalista", ya no coincide con el primer
capitalismo, ni con el segundo. Por lo tanto, entiendo que habría que
comenzar a revisar la categoría de sociedad
disciplinaria. No en sí misma, ni con respecto a la modernidad,
sino como presente (o ausente) en esta modernidad agónica.
Si se acepta la conclusión que se desprende del análisis de
Foucault, esto es, que los sistemas punitivos anteceden a los
modos de producción económica, entonces, al modo actual (o el
inmediatamente anterior) de producción , le debe corresponder otro
sistema correctivo, no el disciplinario. Y no precisamente porque en
nuestra época -o en la época del segundo capitalismo- no se registre
vigilancia , todo lo contrario.
El control es más intenso, pero mucho más sutil. Las saturaciones
de los mecanismos adaptativos de nuestra época están produciendo otros
modos de relación económica y por lo tanto, humana. Hoy ya no se
acumula todo el bienestar, de manera absoluta, en un solo polo de las
relaciones de fuerzas. Esto no quiere decir que el bienestar se
encuentre distribuido equitativamente, ni que no haya opresores y
oprimidos, ni que las relaciones liberadoras entre los seres humanos
superen a las coercitivas, sino que los antiguos signos de la opresión
tienden a difuminarse, a esparcirse, a camuflarse. Los simulacros
actuales ocupan el lugar de las envejecidas ideologías . Pensar ideologías
exigía voluntad de verdad, pensar simulacros exige creatividad.
A la luz de las cada vez más efímeras conformaciones epocales
se sigue cuestionando la noción de sujeto, quizá ahora se trate de
cambiar nuevamente de categoría, de sustituir "sujeto
sujetado" por "sujeto saturado". Saturado, entre otras
cosas, de control, de información, de estímulos de sexualidad, de
comunicación multimediática. Esta realidad de nuestro tiempo nos
enfrenta con un interesante desafío teórico que consiste en
preguntarse, en primer término, si un sujeto saturado es, o está a
punto de ser, un sujeto fragmentado y, si así fuera , se impondría un
segundo reto: cómo pensar un "sujeto saturado-fragmentado"
que, sin dejar de concebirse como pliegue, ya comienza a percibirse como
dispersión.
Esther Díaz
ABSTRACT
This
paper establishes relationships between Nietzsche’s and Foucault’s
philosophies from a common double reference-frame: the criticism to the
tradicional notion of history, and the command to do philosophy
on the basis of history. The concept of “soul” in Nietzsche
is presented as condition of possibility for Foucault’s conception of
subjectivity, which is presented according to Deleuze’s interpretation
as well. Some relationships between economic productions and punitive
systems are analized, as Foucault did, since subjectivities spring, in
these authors, from the “outside” (social practices). Finally, the
possibility of going on applying some of Foucault’s categories to our
current reality is discussed, suggesting a new notion of subject which,
from the notion of “subjected subject” now may have become a
“saturated subject” with a tendency to be, at the same time, a
“fragmented subject”.
[i]
Cfr.
FOUCAULT, M., L'usage des
plaisirs. Histoire
de la sexualité (II),
Paris, Galimard,1984, introduction.
[ii]
NIETZSCHE, KSA,
Band 5, Zur Genealogie der
Moral, Vorrede, 1, p.247
[iv]
"Una arqueología tal, de
salir adelante en su tarea, mostraría cómo los entredichos, las
exclusiones, los límites, las valoraciones, las libertades, las
transgresiones de la sexualidad, todas sus manifestaciones, verbales
o no, están vinculadas a una práctica discursiva determinada. Haría
aparecer, no ciertamente como verdad postrera de la sexualidad, sino
como una de las dimensiones según las cuales se la puede descubrir,
cierta 'manera de hablar'; y se mostraría cómo esta manera de
hablar está involucrada no en unos discursos científicos, sino
en un sistema de entredichos y de valores. Análisis que se
haría así no en la dirección de la episteme, sino en la de
lo que podría llamar ética.", FOUCAULT,M., La
arqueología del saber, México, Siglo XXI, 1970,
p.326‑327 ( el subrayado me pertenece).
[v]
NIETZSCHE, KSA,
Band 5, Zur Genealogie der
Moral, II, 16, p.322
[vi]
. Cfr. DELEUZE, G., Foucault, Buenos Aires, Paidós, 1987, p.153-154.
[vii]
NIETZSCHE, KSA,
Band 5, Zur Genealogie der
Moral, II, 19, p.328.
[viii]
Cfr.
FOUCAULT, M., Surveiller et
punir.Naissance de la prison, Paris, Gallimard, 1975, p.30.
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